septiembre 12, 2005
El Festival del Sol despertó sonrisas en Pomata, Perú

Juan José llevó a sus dos hijos y a su esposa a las 11.30 hasta el templo del Apóstol Santiago, donde se quedó hasta que el concierto empezara, recién a las 15.40. Pero la espera no le importó. “Es algo fantástico, valió la pena, mis hijos disfrutaron mucho”, aseguró mientras la Orquesta Sinfónica Municipal de El Alto terminaba el programa.
Con los rostros sorprendidos de los lugareños y las ovaciones se inició el III Festival del Sol con un concierto dedicado a los pobladores del distrito de Pomata, en Perú. El evento, creado por la Alcaldía alteña, tiene por objeto llevar la llamada música culta al altiplano, donde sus pobladores no tienen acceso a este tipo de espectáculos. La travesía se inició a las 7.00 en el edificio de la Alcaldía Quemada de la Ceja, donde los músicos y coralistas abordaron los buses que los llevarían a destino. Después de quedar oficialmente inaugurado el festival, el maestro Freddy Céspedes ofreció un repertorio clásico con música boliviana y autores norteamericanos.
Autoridades, ancianos, niños y familias completas llenaron las bancas del templo. Mientras algunas ancianas se ponían de pie para ver el espectáculo, un padre explicaba a su hijo que los violines “hacían la música de las olas del lago”. Terminado el concierto con el alegre Jazz Pissicatto de Anderson, la gente no se dio por aludida cuando los músicos empezaron a salir. “Tanta propaganda para tan cortito”, se quejó una anciana antes de agarrar sus muletas y partir.
Ya en la noche, los miembros del coro y la orquesta regresaron a Copacabana para brindar su música a los suyos. El encanto fue similar al del vecino país.